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martes, 10 de julio de 2012

MAESTROS



En estos últimos tiempos han proliferado maestros en el medio cristiano, de la más variada especie: están los que dicen ser profetas (y no cuestionamos aquí), y entonces se sienten con el derecho de enseñar y advertir en aspectos de la iglesia que el pastor ‘no ve o no entiende’, por estar ocupado en otros menesteres. Están los que afirman ser apóstoles, y se lucen dando enseñanzas, cuanto más novedosas y motivadoras, mejor, aunque no sean bíblicas, así se aseguran el respeto, la consideración y el dinero. Están también los que consideran haber recibido del Señor el don o ministerio de maestro, pero no tienen ni el carácter ni la autoridad ni la solvencia escritural, histórica y espiritual para ejercer como tales. El alumno que sale de la escuela técnica como carpintero, aunque conozca lo que el viejo y experimentado carpintero no sabe, no obstante, el mejor carpintero siempre será el viejo, no el joven. Y no es que tenga preconcepto de los más jóvenes, sino que esto hasta es bíblico: en los Evangelios se dice que el buen escriba (o maestro, en nuestro caso), saca de sus tesoros cosas viejas y cosas nuevas. Esto implica afirmar que todo maestro tiene un depósito de muchos años, no de apenas días, meses o años. Además, el buen maestro ha madurado en el carácter y tiene a su disposición un bagaje enorme de conocimientos y vivencias escriturales (bíblicas), históricas (contextuales) y espirituales (por las experiencias), sino, la mismísima Palabra de Dios no hallaría camino en él.
Es vergonzoso cómo millares de cristianos oyen a cualquier maestro bíblico, muchos de los cuales son apenas repetidores de conocimientos, y otros tan sólo investigadores heridos o comedidos, sin nunca haber estado ni en el Desierto de Arabia, ni en la Isla de Patmos, ni en el anonimato por dieciocho años como Jesús, antes de aparecer humildemente para compartir la verdad, en amor.
Cuando me asignaron una habitación del Hotel donde estaría siendo llevado a cabo un Congreso internacional de Renovación Espiritual, y supe que el único acompañante que tenía de mi lado era el Reverendo Ralhp Mahoney, salí corriendo para encontrar al intérprete para así dialogar con esa tan ilustre figura del ámbito cristiano, y así aprender algo más de las verdades divinas en la luz de Dios. La mayoría de los “maestros” de hoy sólo leen a los grandes, pero no caminan con ellos y con el Señor, entretanto, salen por ahí efusivos en la enseñanza y no como Enoc que caminó con Dios 365 años día y noche, y ni así escribió nada; tan sólo advirtió en profecías contra los falsos maestros y falsos profetas.

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